SUCULENT, CONCIERTO GASTRONÓMICO AFINADO, EL RAVAL DE BARCELONA

Conocimos el Suculent hace unos años, cuando ocupaba un pequeño local de la rambla del Raval en el que el chef Toni Romero dejaba volar su imaginación en unos menús muy bien elaborados en los que primaba el producto de calidad buscando texturas y sabores muy sabrosos.

TONI ROMERO

Abrió puertas en mayo del 2012 y este año se ha reestructurado la empresa del restaurante y se ha trasladado en un local más amplio prácticamente al lado, que antes ocupaba el «4 amb 5 Mujades», que cierra definitivamente, quedando Toni delante del Suculent reubicado.

TAULA

En el nuevo marco, que comienza en una larga barra, para continuar con el comedor, luego la cocina y camuflado en una puerta de frigorífico o cámara de frío, un espacio privado con un huerto urbano, Toni continúa ofreciendo un concierto gastronómico afinado, en diferentes menús, compuestos por apetitosos platillos para compartir.

En la última experiencia, hace pocos días, comenzaron la degustación del menú con una gelatina de naranja con aceitunas verdes, continuando con unos boquerones marinados, con un sutil sabor a mar, que sigue en boca con la ostra con leche de chufas, una atrevida combinación afortunada; después las croquetas de rabo de vaca y trompetas de la muerte, delicadas, jugosas y suaves; con la tostada de erizo de mar y yema de huevo curado, pasamos a un sabor intenso de Mediterráneo; un buen cebiche de gamba, aguacate, cebolla y cítricos nos lleva al Perú; volvemos al país con una singular elaboración de la ensaladilla rusa con ventresca confitada casera, a la manera del Suculent, hecha con patatas paja; continúa la sardina ahumada con huevos de trucha, flor de hinojo y ajoblanco, un conjunto bien logrado.

Después un plato para gustos atrevidos, cigala a la brasa con cerebro de conejo e hinojo. Llega a la mesa unos puerros a la brasa con «menieure» de avellanas y «stracciatella», tierno y sabroso. El concierto sigue «in crescendo» con las cepas a la brasa con emulsión de piñones y «pamplinas»; la anguila a la pimienta con patatas laminadas, con toque picante, otro elaboración clásica del Delta con el toque personal del chef; las albóndigas de liebre a la «royale» con el caldo de liebre aromatizada con Armanyac y con su lomo y foie, culmina la comida en un plato, rey de la casa, potente pero equilibrado.

De postre, fresones rellenos de chocolate blanco con vainilla de Tahití; y el pastel de chocolate, avellanas y mandarina, pura delicia.

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